Siempre he pensado que escribir desde el dolor no es tan bueno; sin embargo, debo admitir que de ese lugar muchas veces se desprenden historias increíbles, profundas y que se vuelven imprescindibles de compartir.

Datos duros, datos inútiles, datos increíbles, datos necesarios, datos importantes, datos y más datos.
Siempre he pensado que escribir desde el dolor no es tan bueno; sin embargo, debo admitir que de ese lugar muchas veces se desprenden historias increíbles, profundas y que se vuelven imprescindibles de compartir.
Arizona es una obra de teatro de Juan Carlos Rubio que pasó sin pena ni gloria. Confieso que me atrevo a escribir de ella, como diría mi abuela: “solo por no dejar”. Nuevamente, montada en el Centro Cultural Helénico –pensarán que no salgo de ahí, pero hay que reconocer que es de los foros teatrales más populares al sur del DF–, es una puesta en escena que maneja la idea de la frontera para reflexionar sobre la migración, los vacíos y la estupidez; además de ser un tragicómico retrato del alma de dos seres humanos perdidos en el desierto de la vida.
Durante mi graduación de un diplomado, escuché una idea del doctor Daniel Moska Arreola que durante su discurso nos repitió constantemente… “¡háganlo mejor, háganlo diferente!”. Esta reflexión viene a mí cada que escucho un caso sobre algo totalmente fuera de lo cotidiano y, en esta ocasión, me hizo recordar Islandia.
Tener cultura financiera o no tenerla puede ser la diferencia entre sufrir por dinero o vivir con holgura. Desgraciadamente, hasta el día de hoy, aunque se hacen esfuerzos en materia de educación financiera, no son suficientes, y como no son cosas que se enseñen en la escuela, es responsabilidad de uno aprender ciertos conceptos para poder dominar nuestra cartera.
Estamos por arrancar, tenme un poquito de paciencia.